En verano los campos de arroz en el Delta del Ebro son hermosos, sus verdes tallos contrastan en el horizonte con los cielos azules, esta visión es espectacular y atrae, no sé si por este motivo (aunque este motivo es muy poético, me extrañaría que sea esta la razón ya que los seres vivos de vida salvaje, se mueven por la abundancia de alimento), un sinfín de animales, tanto invisibles como visibles. Entre los invisibles, no estoy seguro porque no los he visto, seguramente se encuentran todo tipo de insectos, mamíferos, reptiles, anfibios y peces. Entre los visibles distinguí rapaces, golondrinas, aviones, vencejos, gorriones, jilgueros, gaviotas y otros muchos pájaros de silueta marcadamente marina con nombres que desconozco, además de un montón de aves zancudas, que alguna vez ves volar (a las horas que me he acercado) pero que normalmente se les ve paseando cabizbajas buscando alimentos en el particular medio, son ellas (las aves zancudas) de distinto diseño, las hay grandes, medianas y pequeñas (abundan las medianas y las de gran tamaño), con picos largos y curvos, con picos largos y rectos o curvos y cortos, de variados plumajes que van desde el inmaculado blanco, hasta al más oscuro de los negros, pasando por toda gama de matices y, mezclas que no escapan a casi ninguna tonalidad, eso sí, predominando, además de los nombrados blancos y negros, los azulados y grises. Reconocí garzas, cormoranes, patos y hasta flamencos de rosado color. Merece la pena pasear por estos parajes y de paso te puedes bañar y comprar buen arroz.
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