miro el cartel que rima con el cielo azul, azul, es uno de mayo, esta noche a las 22:30, como cada año, tengo una cita en la calle
Prudencio 7 de Zaragoza. En el día del trabajador bajo al casco,
entro en la Campana de los Perdidos, bajo las escaleras y me acomodo.
Me emociono escuchando su canción, el discurso, su poesía, su
melodía. Homenaje a un estilo de vida, homenaje al hombre sincero en
sus palabras, sincero en su arte, sincero en su historia;
musicalmente sencillo a simple vista, pero lleno de matices, que si
te dejas te alzan a lo más alto. Referente de muchos, diferente,
necesario, maestro de maestros. Georges Brassens. Único.
Irrepetible.
Este viernes volveré a sentirle.
Este viernes volveré a sentirle.
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